lunes, 15 de febrero de 2010

Autorretrato a los 23

El autorretrato es el ejercicio más riesgoso que tiene la pintura. Un ataque frontal y definitivo donde no queda mucho espacio para esconderse de uno mismo.

Cuando reencontré la fotografía (abandonada durante casi 4 años) que utilicé de referencia para esta pintura, me atrapó de inmediato por la densidad del recuerdo al que accedí, pero sobre todo por los colores, los objetos, la atmósfera y la gestualidad de mi cuerpo.

No solo fué un ejercicio de autorretrato por partida doble, también fué un examen de repaso, una recapitulación paso a paso, como cuando olvidas donde dejaste las llaves y decides recrear cada acción: llegaste a la casa, entraste a la cocina, bostezaste, pensaste en prepararte un sandwich, lavaste un plato, sacaste el pan, abriste el refri, tomaste el queso, el jam.. ¡taraan! las llaves.

Todos los detalles en la escena dicen cosas del presente en aquél momento, cosas que me llevan como migajas de regreso a puntos de quiebre y reencuentros de apariencia elíptica.

Esta fuerza latente en el registro de los objetos y el amargo recuerdo sobre el momento en el que se tomó la fotografía tan coincidente con el estado de ánimo en el que estaba cuando la reencontré, es lo que me motivó a explorarla con mi pintura, un retrato de ayer visto desde hoy, con la distancia temporal equivalente a la distancia física con la que un cazador vigila su futura presa.


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Autorretrato a los 23 / óleo sobre tela / 120x100cm / 2009 /
Disponible a través de Aldama Fine Arts

A nivel busqueda, me resulta un cuadro importante porque funciona de puente entre los espacios Baconeanos que vengo buscando desde Expansión en Latex pero con un tratamiento más cercano a Mientras Sigamos Vivos.

A nivel de influencias, me remite de inmediato a Francis Bacon, el espacio de color casi uniforme y el tratamiento del retrato:

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.1 La figura centrada y algunas lineas compositivas que coinciden casi perfectamente, por ejemplo, el horno de microondas, con la figura verde a la misma altura en el cuadro de Bacon así como la sensación de algunas lineas diagonales.

.2. El tratamiento del perfil contrastados con el azul, negro, amarillo y el naranja en el piso.

.3 A nivel compositivo estos dos cuadros de mi maestro José Ignacio Maldonado con la figura centrada en un plano casi vacio, siempre han sido una nota mental que influye de vez en cuando en algunas aproximaciones al lienzo.

.4 Como en las obras anteriores la mujer en esta pieza de Alex Kanevsky cruzada de brazos, conecta bien con el humor de mi pieza.


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.5 Este retrato de Freud es uno de los varios casos en los que alguna característica en la memoria es más poderosa que en la realidad, aquí el recuerdo del amarillo es mucho más intenso, pero la idea de la figura central, la textura del piso, la mirada perdida, se vinculan a mi trabajo.

.6 Entrando al tema del estado de ánimo que siento en mi cuadro, el trabajo de William Kentridge me golpea de inmediato por ese sentido de introspección y vacio que parecen tener los habitantes de sus espacios.

.7 Es el mismo caso de Jean Rustin, con este hombrecito cruzado de brazos hay una carga desolada difícil de evadir en mi autorretrato.

.8 Esta otra pieza de Maldonado es una de las que más me ha influenciado en el tratamiento del bodegón. No solo conecta con los objetos, también es una cocina amarilla, la base de la superficie es naranja y es un cuadro de suma tristeza.

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.9 La atmósfera amarilla siempre ha sido para mí algo asociado a la angustia, y cuando pienso en ese color rodeando el espacio en un cuadro, de inmediato pienso en esta pintura de Van Gogh, tan directamente vinculado a El Grito de Edvard Munch (.10)

.11 Otro de esos íconos de la pintura occidental que transitan mi memoria de manera recurrente, es la Mujer Llorando de Picasso, que se vincula no solo en la paleta a mi cuadro sino en la psicología del sujeto retratado.

.12 La idea de una átmosfera abrumadora dada por un solo color se encuentra perfectamente registrada en esta pieza de Rufino Tamayo, que al igual que tantos otros, el recuerdo del ícono es lo que me influye más que la obra en si.

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.13 Otro ejemplo es este Basquiat, que con pocos elementos transmite un estado de desesperación explosivo en contraste con la implosión del mio pero que trata de lo mismo, un estado desesperado de aires amarillos.

.14 Tengo una relación muy particular con L'Oro dell' Azzurro de Miró, y por eso quise dejarlo para el final. Creo que esta fué la primera pintura con la que me identifiqué en mi vida, a la cual he amado y odiado por igual, una pieza que ha acampado en mi mente inumerables veces, una de esas pistas que leí durante mi adolescencia como un territorio seguro. Tuve un poster de este cuadro en mi cuarto por mucho tiempo, para más tarde encontrarlo en la sala de espera de la psicoanalista que visité durante un par de años.
No me parece una imagen muy relevante en la historia del arte, incluso nunca me he sentido admirador de Joan Miró sin embargo es la primera pista que tuve de lo que serian para mi el azul rodeado de amarillo a nivel inconsciente.

Un refugio en medio de la tempestad.







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